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La década de los ochenta intentó revivir varios superhéroes de los años cincuenta y abrirles mercado una vez más. Se invirtió mucho dinero para que Súperman volara de nuevo sobre Metrópolis, pero a un personaje que vive en un palacio de hielo no provoca quererlo ni odiarlo. Súperman resultó frío y pavoso.
Batman vuela a una altitud mas accesible y en una ciudad mas parecida a la actual. Gótico para el anglosajón implica mucho de nuestra presente realidad urbana. Los enemigos de Batman son deformes y los espectadores se identificaron mejor con esta batalla más equitativa entre un hombre murciélago (Il Uomo Pipistrello, para los italianos) y un Guasón.
Faltaba un sustrato por explorar aún más realista. Una opción realizada con muy poco dinero y sin antecedentes previos logró penetrar y capturar el alma infantil (de grandes y chicos): "Las Tortugas Ninja". La película planteaba varias circunstancias notables: El hábitat descendía a nivel de alcantarilla donde vivían cuatro tortugas ágiles y temperamentales, que han sido criadas y entrenadas por una rata. El público aceptó que un animal, usualmente asqueroso, apareciera como fuente de bondad y sabiduría, como un maestro paternal que provee a las tortugas de un hogar ordinario y mullido de sofá y pizza. Y lo mas insólito, este padre adoptivo bautiza a sus criaturas con los nombres de Donatello, Rafael, Miguel Ángel y Leonardo, sugiriendo que el verdadero heroísmo está en el arte. Ricardo Sanz explora estas y otras variantes.
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